Por Juan Gonzalo Benítez
(Una versión resumida de esta columna fue publicada por el portal www.elisleño.com con el título "Y entonces, ¿qué hacemos?")
Con preocupación he visto en los noticieros de televisión las imágenes de las solitarias calles y playas de San Andrés por estos días. Y he leído en www.elisleño.com el complejo panorama que plantean los dirigentes de la isla. Eso exige propuestas atrevidas.
El Ministro de Transporte visitó el archipiélago y aseguró que vienen buenas noticias, pero la mayoría toman tiempo. Todos esperamos que Viva y Ultra vuelvan a operar, que otras aerolíneas lleguen, que se apliquen los beneficios de la ley de fronteras para la tarifa del combustible en San Andrés… todo eso muy positivo, pero no va a ser mañana.
En los momentos difíciles tienen que surgir los liderazgos creativos. “Esperar a ver qué pasa” es la menos conveniente de las opciones. Por eso quiero invitarlos a generar iniciativas no convencionales para dinamizar el turismo, hay que hacer que las cosas pasen. Sé que muchos van a decir que es muy fácil ver la vida de los isleños desde el interior del país o van a argumentar que jurídicamente las cosas no son tan sencillas, pero aun así me atrevo a señalar que la reacción ha sido muy lenta por parte de todos los actores. Ya han pasado 40 días.
Sabemos que San Andrés vive, en una altísima proporción, del turismo. Y el turismo en la isla depende de que lleguen pasajeros en avión, no hay alternativas, es un diagnóstico simplista, pero práctico. Luego habrá tiempo para pensar en el perfil del viajero que se quiere, en las dificultades para encontrar personal calificado con tarjeta Occre, en los límites de capacidad de carga cuando el problema sea que haya demasiados turistas… por ahora, concentrémonos en que lleguen más aviones.
Ya Wingo y Latam anunciaron algunas frecuencias adicionales; y dicen que Avianca está estudiando la posibilidad de hacerlo también. Pero aun así, la cantidad de vuelos que dejaron de llegar es tan alta, que la situación exige esfuerzos adicionales por parte de todos.
Para empezar, la Gobernación, está viendo cómo se agudizan dos problemas: la economía se está paralizando y eso puede causar la caída del empleo con sus consecuencias obvias y, por otra parte, la reducción inmensa del presupuesto para las obras que quiere hacer, debido a que no podrá recaudar lo que espera por concepto de la tarjeta de turismo. Es el momento de tomar una decisión audaz para minimizar el impacto y, en mi concepto, se debe priorizar el primer punto.
El recaudo por concepto de tarjeta de turismo se destina en un 25% a temas relacionados con el desarrollo y la promoción turística, y un 75% para proyectos sociales y otras necesidades en el departamento. Pues si casi todos los habitantes dependen de que lleguen turistas, hay que destinar todos esos recursos para estimular la llegada de más aviones.
Un caso digno de aplaudir de pie es el de un grupo de 5 mayoristas de Medellín que empezó a operar ciclos de vuelos chárter desde abril y hasta diciembre, asumiendo 100% el riesgo. Ahí están Mayorplus, Viajes Palomares, Grupos Travel, Viassa y el Grupo Welcome, que representa a varios hoteles de la isla. Es una excelente iniciativa, hay que multiplicarla, pero se necesitan estímulos para que los agentes de viajes asuman semejante riesgo.
La Gobernación no puede alquilar aviones y operar vuelos, por supuesto que no; pero los privados sí, y unidos pueden liderar acciones decididas para garantizar que lleguen más turistas al archipiélago.
La Secretaría de Turismo, en compañía de otros hoteleros, podría visitar a los grandes mayoristas de Bogotá, Cali y tal vez otras ciudades, para incentivar el modelo de chárter mientras se equilibra el mercado aéreo y las aerolíneas empiezan a ocupar con vuelos regulares el espacio que dejaron libre Viva y Ultra Air.
La Gobernación, si es necesario con apoyo de la Asamblea Departamental, podría destinar el recaudo de la tarjeta de turismo a subsidiar algunos costos que tendrían que asumir quienes se atrevan a llevar vuelos chárter a la isla, como las tasas aeroportuarias; o podría proponer acciones de comarketing para apoyar a las agencias que asuman el compromiso que implican estas operaciones tipo chárter.
Otro propósito tiene que ser prolongar la estadía de los viajeros que están llegando, para que crezca el gasto promedio por cada visitante y aumente la cifra de lo que los técnicos llaman “la derrama económica”. Un turista que se queda un día más, gasta en alimentación, en compras, en paseos en lancha, en alquiler de carritos o motos, en diversión nocturna…
Para eso los hoteleros podrían haber anunciado hace rato promociones como la de “la quinta noche gratis”, o la del “50% de descuento a partir de la tercera noche”. Finalmente, tienen un montón de habitaciones vacías. Y tal vez Fontur, por medio de Cotelco, podría apoyar con recursos esa forma de “subsidiar” el alojamiento de los viajeros para que le inyecten dinero a la economía local en otras actividades.
Es importante que alguien asuma la vocería para unir esfuerzos en una gran campaña nacional. Es urgente buscar recursos para promoción, mediante alguna asignación extraordinaria, en el Fontur. Por esta época, para los puentes y para la temporada de mitad de año es necesario tener publicidad sobre el destino en los medios de comunicación y entregarles también un presupuesto a las agencias de viajes, tal vez por medio de Anato, para que promocionen los paquetes de los mayoristas, bien sea en los vuelos regulares que ofrecen las aerolíneas o en los chárter que se puedan crear.
Con los Ministerios de Transporte y de Hacienda hay que buscar que se autoricen exenciones temporales para las aerolíneas que acepten programar vuelos adicionales a la isla.
Incluso a las grandes empresas hay que visitarlas y pedirles que apoyen a la isla en estos momentos de crisis. La manera más fácil y que no les implica donaciones o gastos que no generan valor, es fomentar los viajes de incentivo para sus trabajadores. Además, muchos empresarios con seguridad estarán dispuestos a agendar reuniones o convenciones en San Andrés para los próximos meses en vuelos chárter, incluso, programas de turismo social entendido como viajes subsidiados para los trabajadores y sus familias. Qué bonito sería ver despegar un chárter con los trabajadores de un banco y que cuando esos regresen se vaya el avión lleno con empleados de una cervecera o una empresa de gaseosas… por mencionar algunos ejemplos simples.
Por otra parte, es necesario mirar hacia los países cercanos, dado que el mercado nacional está resentido y las aerolíneas que siguen operando tienen sus aviones tratando de cubrir la escasez de sillas que dejaron Viva y Ultra Air en todo el país. Entonces es oportuno estimular la demanda de otros países emisivos.
No es fácil porque no hay tiempo para muchos análisis ni muchos preparativos. Pero hay que explorar la posibilidad de vuelos chárter desde otros lados, buscar que los mayoristas de países vecinos ofrezcan chárter, por ejemplo, con Copa desde Panamá, con Wingo desde algunos de los destinos en los que opera, que Arajet lo intente desde República Dominicana o que Spirit y Jet Blue ofrezcan la ruta desde Miami. El mercado de los colombianos residentes en Estados Unidos podría resultar muy atractivo.
Tal vez con el recaudo de los ingresos por cobro de la tarjeta de turismo se pueda crear un fondo de garantías para respaldar los vuelos chárter de las agencias que estén dispuestas a arriesgar con ese modelo, y ese fondo incluso puede recibir aportes también del Gobierno Nacional.
Decretar la emergencia económica, medida que se debió haber tomado hace 20 días, ayudaría a reducir los tiempos para estas gestiones.
En www.elisleño.com leí que el Gobernador dice que por la reducción de vuelos y la consecuente disminución de turistas, el archipiélago dejaría de recibir este año 80 mil millones de pesos solo por recaudo de tarjeta de turismo.
Según mis cálculos, en las condiciones actuales podemos esperar unos 40 mil turistas al mes, en lugar de los 110 mil que deberían estar llegando. Esos 40 mil turistas generan 5 mil millones de pesos por el pago de la tarjeta de turismo, esos recursos hay que mirar dónde son más rentables socialmente, es decir, cómo se pueden aprovechar mejor para evitar la pérdida de empleos y lograr mantener una dinámica mínima en los servicios turísticos.
Esta nueva crisis tendrá que servir para que los isleños entiendan que hay que tratar mejor a los turistas porque ya quedó en evidencia que de ellos depende la economía de San Andrés. Los hoteleres deberán moderar las tarifas, pues se estaban encareciendo demasiado ante la alta demanda. Y el Estado, desde lo departamental y desde lo nacional, tendrá que mejorar el aspecto de la isla para que sea un destino más competitivo frente a otros lugares del Caribe.
Pero ahora lo más importante y lo más urgente es evitar una crisis social. Que no se pierdan empleos, que no se tengan que cerrar negocios, que el dinero circule para que active la economía de los habitantes del archipiélago. Seguramente muchas personas y entidades ya están haciendo cosas para intentar superar esta crisis, pero tal vez haya que hacer más.