27 de agosto de 2022
Por Juan Gonzalo Benítez
Escuché atentamente al presidente Gustavo Petro durante su intervención en el Congreso Nacional de Agencias de Viajes y Turismo, organizado por Anato en Bogotá. No quise escribir en el calor del momento, preferí decantar sus palabras. Escuché también a los empresarios, que en su mayoría salieron incómodos, algunos de ellos realmente descompuestos. Leí con respeto los muchos mensajes que me escribieron personas del sector por medio de mis redes sociales. Y finalmente, me senté a escribir, dos días después del discurso. Intentaré pues, plantear mis conclusiones, de la manera más equilibrada posible, tratando de no dejarme llevar por posturas ideológicas o prejuicios políticos. Estas son mis 6 conclusiones:
El presidente Petro necesita del turismo
En su intervención, el presidente Gustavo Petro fue reiterativo en decir que Colombia y el mundo tienen que poner fin a los combustibles fósiles, al punto que, de manera apocalíptica, aseguró que si no se toman medidas ya, la especie humana va a desaparecer en 200 años.
Y después de decir eso, dijo que el turismo representa actualmente para el país alrededor del 2% del PIB y que aspira a que llegue al 12%. Según el presidente, si se logra esa meta, el turismo reemplazaría los ingresos del carbón o la mitad de lo que genera el petróleo.
En consecuencia, la primera conclusión es que el Gobierno que comienza tiene, necesariamente, que buscar formas de desarrollar el sector y en eso, las agencias de viajes le manifestaron su voluntad de sumar esfuerzos de manera articulada y propositiva.
Hasta ahí, todo estuvo bien, sin embargo, debo decir que me pareció desafortunada una frase del presidente, cuando dijo que no entendía por qué los empresarios del turismo habían “votado por la guerra”, insinuando que el sector estuvo a favor del “No” en el plebiscito de 2016. Desafortunada porque no me parece amable con el gremio iniciar la relación de esa forma, porque no todos los agentes de viajes votaron a favor o en contra, pues en un grupo amplio de ciudadanos siempre hay personas que votan una cosa y otros que votan otra, y sobre todo, me parece desafortunada porque eso no venía al caso y no tenía sentido revivir ese viejo argumento de que se votaba por la paz o la guerra. En el plebiscito se votó simplemente si se estaba de acuerdo con un texto que recogía unos compromisos puntuales con uno de los actores armados ilegales.
No era necesario ni positivo hacer esa acusación, pero por supuesto, es mi humilde opinión. Yo quiero que a este gobierno le vaya bien y que al turismo le vaya bien, y creo que la línea para lograrlo es que el Gobierno trabaje de forma coordinada y amigable con el sector privado. Necesitamos generar confianza de lado y lado para poder debatir con empatía los temas en los que haya desacuerdos. El país tiene que superar el modelo en el que siempre hay una mitad radical que descalifica y ataca cualquier idea de la otra mitad, que, a su vez, hace lo mismo. Aquí toca recuperar el tejido de país en todos los sectores y el turismo puede ser, tal vez, el que ofrece las mejores condiciones para eso.
Plata sí va a haber para turismo… pero no de la forma que conocemos
Después de escuchar al presidente y al Ministro de Comercio, Industria y Turismo; pienso que la inversión en el sector va a ser alta en los próximos 4 años, pero de una forma distinta a la que conocemos.
Con el propósito de impulsar el turismo, en los últimos 20 años hemos visto un gran apoyo del Gobierno Nacional para mejorar la conectividad aérea y terrestre entre las grandes capitales y estimular tributariamente el mejoramiento de la planta turística del país, es decir, más y mejores hoteles, restaurantes, parques, etc. Y se han invertido importantes recursos en tareas de promoción y en acciones para elevar la competitividad de los destinos mediante proyectos que se hacen con los gremios y los prestadores formalizados.
Ahora, el Gobierno Nacional parece estar pensando en otra forma de incentivar el turismo y es la conectividad con territorios apartados y el estímulo a la creación de nuevos atractivos o la puesta en valor de los sitios naturales y manifestaciones culturales que tienen potencial para atraer viajeros. En palabras del presidente, invertir para pagar una “deuda histórica” que tiene el país con ciertas regiones y ciertos grupos poblacionales. Incluso dijo enfáticamente que la reforma tributaria es justamente para poder destinar recursos a esas zonas y que parte de lo recaudado se destinará a infraestructuras que faciliten su desarrollo turístico.
Ahora, me queda una duda. ¿El modelo de administración del Fontur le parecerá eficiente y pertinente al nuevo Gobierno? Ni el presidente ni el ministro dieron luces sobre este tema y el Fondo es una pieza clave en la ecuación, pues maneja 285 mil millones de pesos al año.
Por ahora, el presidente solo está pensando en turismo receptivo
El discurso de Gustavo Petro ante los agentes de viajes fue extenso. Demasiado extenso, según algunos. Eso me parece bien, en la medida en la que demostró que el tema para él es importante pues pudo haber ido a hacer un corto saludo protocolario y seguir para el Catatumbo, donde lo estaban esperando. Pero prefirió hablar ampliamente ante los empresarios del sector sobre su visión del turismo.
Pero me llamó mucho la atención que a lo largo del relato no mencionó para nada el turismo emisivo, a pesar de que en el público había una amplia mayoría de agencias emisivas, no era un evento para hoteleros ni para operadores locales. Además, insistió siempre en la llegada de viajeros internacionales, tampoco dijo nada sobre el turismo interno.
Esto me hace pensar que el presidente, por lo menos por ahora, solo ha visto el valor del turismo como generador de ingresos por divisas, gracias a la llegada de extranjeros. En algún momento, tal vez cuando tengamos un nuevo Viceministro de Turismo, que no se ha anunciado todavía, alguien le ayudará al presidente a entender que el turismo interno es el que genera mayor volumen de viajeros en el país y que esto se traduce en generación de empleos y posibilidad de ingresos para muchísimos prestadores de servicios diferentes a los que maneja la cadena del turismo internacional.
En el caso de las agencias de viajes emisivas, son cerca de 30 mil empleos directos generados, y en el caso de la hotelería, unos 140 mil puestos de trabajo que existen porque hay una demanda de huéspedes que, en su inmensa mayoría, son nacionales.
Incentivos tributarios… sí pero no
La presidente de Anato, Paula Cortés, planteó al presidente Petro 5 temas en los que los empresarios esperan contar con la ayuda del Gobierno Nacional:
- Seguridad: fue más un mensaje de apoyo del gremio al objetivo de “paz total”.
- Experiencias autóctonas: Fue más un ofrecimiento de respaldo a las iniciativas de fomentar el turismo cultural y la puesta en valor de nuestra biodiversidad.
- Más y mejor conectividad aérea, marítima y terrestre: El Presidente habló de estimular la llegada de todas las aerolíneas que quieran operar en Colombia y de construir o mejorar las “pistas aéreas” y las vías que conectan a los destinos ubicados en regiones apartadas.
- Fomentar la formalidad: El Presidente no se refirió a este asunto, que genera mucha incomodidad entre los empresarios del turismo porque consideran que se desestimula la generación de empleo formal y la inversión cuando el Gobierno es poco eficiente en el control de la parahotelería, el uso de plataformas digitales de reservas y transporte que no pagan impuestos y la actuación de personas naturales que prestan los servicios de guianza o de operadores turísticos sin cumplir con todas las exigencias que se le hacen a los empresarios formalizados. Por ahora, hubo silencio.
- La regulación e intervención estatal: En este punto vino la solicitud más concreta y más esperada por el auditorio, la de mantener los estímulos tributarios para el sector. El presidente no fue muy concreto en su respuesta, pero si lo fue en la siguiente intervención, el Ministro de Comercio Industria y Turismo, Germán Umaña.
De entrada, reiteró que la política general es eliminar las excepciones, es decir, el Gobierno buscará que no haya sectores con privilegios tributarios. Luego suavizó el discurso asegurando que se prolongarán excepciones para municipios con menos de 200.000 habitantes y municipios PDET, que son “170 municipios que fueron priorizados por ser los territorios más afectados por el conflicto armado, con mayores índices de pobreza, presencia de economías ilícitas y debilidad institucional”.
Además, terminó diciendo que los beneficios tributarios no pueden ser indefinidos en el tiempo, o sea que los incentivos se harán solo en algunas regiones y de manera temporal.
Sobre los temas tributarios muchos agentes de viajes me dicen sentirse muy pesimistas. Argumentan que se está desestimulando la inversión cuando se habla del incremento en impuestos para los servicios del sector, del incremento en impuestos para personas naturales que reúnan las condiciones de la mayoría de los empresarios del país, encarecimiento de las horas nocturnas de los empleados y otras medidas más.
Y un elemento adicional: que aumentar la carga tributaria a los que trabajan de manera formal estimulará la informalidad.
Necesitamos un viceministro o viceministra que venga del sector
Siempre será importante que el Viceministerio de Turismo esté liderado por alguien que sepa cómo se mueve este sector, que conozca a los actores que hacen parte de la cadena y que entienda los microprocesos que soportan el desarrollo del turismo. Pero ahora estas premisas cobran más importancia que nunca.
Y no solo lo digo por una percepción personal sino porque una de las preocupaciones más reiterativas que me han expresado los empresarios en estos días es que el presidente Petro y su ministro Umaña no son conocedores en profundidad del tema.
A Petro hay que reconocerle que habla del turismo como una de las prioridades del Gobierno para generar ingresos al país y llevar oportunidades a las regiones. Él sabe que es importante, pero va a estar seguramente más concentrado en temas de paz, de relaciones exteriores y de manejo político en el Congreso para tramitar las reformas tributaria, pensional, judicial, a la salud, etc.
Así que en la línea de mando sigue el ministro Germán Umaña, especialista en “planificación e Industria” y consultor sobre temas de acuerdos bilaterales cuya principal producción académica es el libro “El juego asimétrico del comercio: el Tratado de Libre Comercio Colombia-Estados Unidos”. Queda claro que de las 3 áreas de las que se ocupa el ministerio, es muy fuerte en comercio y en industria, pero de turismo… pocón, pocón, como decían los abuelos.
El presidente Petro dijo, por ejemplo, que “sin paz, hablar de turismo es carreta”. Entiendo que su intención es enfatizar que un país sin conflictos es más atractivo que uno afectado por la violencia. Obvio. Pero decir que no podemos hablar de turismo mientras no haya paz total es desconocer que en medio de complejidades tan grandes como las que hemos vivido, el turismo colombiano ha crecido aceleradamente y ocupa el segundo lugar entre los renglones económicos que generan divisas, superado solo por el petróleo. La cifra de visitantes extranjeros está por encima de los 4.5 millones de viajeros al año, solo superada en América Latina por México, Argentina, Brasil y Chile. Es decir, desde que nací, Colombia no ha tenido un solo día de paz y el turismo no ha sido “carreta”. Existe y viene muy bien. Los avances que se logren en materia de “paz” y “seguridad” ayudarán mucho, pero no estamos iniciando de cero, este sector ha caminado mucho y atraviesa uno de sus mejores momentos a pesar de los efectos de la pandemia que todavía no se han superado del todo.
En otro momento habló de revisar las prioridades y dijo a manera de ejemplo que los turistas solo vienen a Colombia buscando naturaleza y cultura, que no tiene sentido para un visitante internacional venir a la zona T de Bogotá porque se parece mucho a las zonas de entretenimiento de cualquier capital del mundo. Hay una lógica en eso, pero de nuevo cae en una generalización que distorsiona la realidad, pues el turismo de negocios, según Procolombia, en abril de este año representaba el 23% de la contribución económica del turismo, es decir, uno de cada cuatro visitantes internacionales viene por negocios. Y ese viajero necesita los servicios de las grandes capitales, incluida una oferta de restaurantes, bares y zonas de entretenimiento. Lima, por ejemplo, es un referente por su gastronomía, la de la ciudad, pues no todas las personas que llegan a Perú van solo a Machu Picchu.
En esa misma línea, Petro cuestionó si el país debe invertir sus recursos en el aeropuerto de Cali o hacer uno en Juanchaco. De nuevo quiero entender que su objetivo es realzar la importancia de la conectividad para zonas donde existen atractivos pero la gente no llega porque no hay una infraestructura suficiente. Eso es válido, pero no podemos descuidar los aeropuertos de las capitales, es que un alto porcentaje de quienes llegan al país lo hacen para participar de eventos, ferias y convenciones; atender reuniones de negocios; asistir a conciertos; o simplemente visitar los atractivos propios de las ciudades.
Del aeropuerto de Bogotá cuestionó que se haya invertido en un nuevo edificio, pero no en una tecnología que permita que haya más aterrizajes aún con factores climáticos adversos. Cierto, desde niño me preguntaba por qué aquí se afectan los vuelos por lluvias si en Frankfurt salen y llegan aviones en medio de una nevada; o por qué se “cierran” los aeropuertos debido a la neblina y no pasa lo mismo en Londres, que permanece todo el tiempo “tapado” por la niebla. Y sí, tiene que ver con la tecnología del aeropuerto, ¿pero se imaginan ustedes tener todavía la vieja terminal de pasajeros de El Dorado?
El Dorado ya se quedó pequeño otra vez y hay que buscarle solución pronta, tal vez con una pista alterna en Madrid (Cundinamarca); el José María Córdova también se quedó pequeño, es urgente comenzar la construcción de una segunda pista; y tal vez haya otros casos más. O sea que hablar de muchas “pistas”, lo que parece ser una forma de decir pequeños aeropuertos para las regiones, es positivo, pero no podemos perder la competitividad que hemos logrado en las ciudades capitales.
Así que el presidente Petro tendrá que nombrar, si es inteligente, a alguien que sepa de turismo y se mueva bien con los empresarios privados. ¿Nombres? Ni idea. Ante la presencia de tantos exministros y aliados políticos de Juan Manuel Santos en este Gobierno soñaría uno con volver a tener al ex viceministro Óscar Rueda, en mi concepto, la persona que mejor ha entendido el turismo en Colombia en los últimos 25 años. Una opción, no muy descabellada, podría ser la también ex viceministra Sandra Howard. Sin embargo, estas son solo ideas que se me ocurren a mí, no sé si estos nombres estén por lo menos en la carpeta del presidente. Otra excelente alternativa sería Karol Fajardo, cuyo nombre, según dicen, sí ha estado por lo menos en algunas conversaciones entre personas del alto Gobierno. Actualmente es la directora del Instituto Distrital de Turismo (IDT) y es considerada una de las funcionarias estrellas del equipo de la alcaldesa Claudia López.
Estamos a la espera de ese nombramiento y considero que es uno de los cargos más importantes que están pendientes, tal vez el de mayor relevancia si de verdad el Presidente tiene en sus planes invertir tanto, darle un giro tan potente al turismo receptivo y lograr un crecimiento tan grande en el PIB del sector y en el número de viajeros internacionales como el que se ha trazado como meta.
En esto no se puede equivocar.
Necesitamos un viceministro o viceministra que sepa construir sobre lo construido
Finalmente, el tema que considero más importante. El turismo venía registrando un crecimiento acelerado y sostenido desde 2002, siempre por encima del promedio de la región y del promedio mundial. Y les digo cuál ha sido la clave, es muy sencilla: en medio de las radicales posturas políticas que vive el país en casi todos los niveles, el turismo ha logrado darle continuidad a los programas.
El viceministro de Uribe, Óscar Rueda, continuó con Santos. Los “jefes” pelearon, pero el viceministro siguió por el camino trazado. Luego pasaron otras personas por el cargo y cuando llegó Iván Duque a la presidencia llevó primero a Juan Pablo Franky y después a Julián Guerrero y Ricardo Galindo. Todos se apoyaron en el trabajo que se venía haciendo. Por eso el turismo en Colombia ha podido navegar con calma aún en los momentos de las mareas más turbulentas.
No es momento para caudillismos, no es momento para que alguien llegue al cargo con el síndrome de Adán, ese que sufren los que creen que antes de ellos no hubo nada y que tienen que inventar todo desde cero.
En muchas gobernaciones y alcaldías hemos visto llegar a liderar los asuntos de turismo a personas que no tienen la más mínima idea de cómo funciona esta industria. Y apenas son nombrados hablan como si estuvieran descubriendo la rueda. O en otros casos, revanchistas políticos que llegan a desmontar los programas únicamente porque son enemigos de su antecesor en el cargo. No podemos repetir esos malos momentos, que todos hemos vivido, pero ahora en el Gobierno Nacional.
Bienvenidas las nuevas miradas, las nuevas formas de entender las necesidades de los territorios y el compromiso con esas regiones que históricamente han tenido menos oportunidades y han recibido una menor inversión. Pero algo es claro, el camino no es destruir todo para levantar los cimientos de nuevo. Tenemos que ser capaces de construir sobre lo construido.
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