2 de agosto de 2020
El portal www.elisleño.com publicó un editorial muy interesante sobre la situación que actualmente viven los habitantes del archipiélago de San Andrés. Compartimos el texto completo:
Entre la apertura y la alerta roja
Por El Isleño, el diario de San Andrés y Providencia
Según los últimos sucesos nuestro archipiélago navega, quizás como nunca, entre dos aguas: una cristalina y fecunda; la otra turbulenta e improductiva. Ejemplo: mientras el director de la Aeronáutica Civil anuncia luego de la inspección a los dos aeropuertos isleños que “ya están preparados para la operación aérea”, el gobernador se ve obligado a decretar la ‘Alerta Roja’ por los efectos crecientes del Covid 19 en el territorio.
Dos escenarios antagónicos y desde luego inconvenientes que podrían, uno a causa del otro, echar por tierra los esfuerzos que se vienen haciendo desde las islas y otras latitudes para alcanzar un nuevo contexto innovador y sostenible que nos ponga, ese sí, a tono con el universo-post pandemia que abrirá –o cerrará más aun– las puertas de la generación de empleos y oportunidades en nuestro territorio, tan anhelada como necesaria.
En este espacio, los indisciplinados, los que no creen en el poder de este enemigo oculto y aniquilador, que –más allá de teorías conspirativas y esotéricas de dudosa inspiración– pueden ver a diario y por todos los medios como crecen las cifras de la muerte; no solo no ayudan a conformar un bloque compacto contra la pandemia, sino que desde su frívola incredulidad alientan el desorden vano y la rebeldía sin causa.
Entre tanto, en el otro escenario, el mencionado resultado de la inspección a los terminales aéreos es alentador. El informe menciona una plena coordinación de la entidad nacional con la Gobernación y se complace con la implementación de los protocolos de bioseguridad, augurando una exitosa apertura por lo menos en la llamada etapa de los vuelos piloto, con el compromiso, claro está, de todos los eslabones de esta operación.
A esta buena noticia se suman los avances palpables del municipio de Providencia y Santa Catalina aplanando la curva de los contagios; los auspiciosos anuncios de Coralina en materia de recuperación de arrecifes en zonas golpeadas como Little Reef; la capacitación permanente de operadores y prestadores de servicios turísticos; y los planes de expansión agropecuaria, entre otros.
Y, claro está, la aprobación por parte de la Asamblea Departamental de la anunciada Empresa Social del Estado (ESE) que entrará a regir los destinos científicos y de prestación de servicios del Hospital Departamental Clarence Lynd Newball, en una nueva etapa plena de expectativas y también de claroscuros, en cuanto a su implementación; pero con un valioso e innegable contenido esperanzador por parte de amplios sectores de la sociedad.
Así las cosas, surge el interrogante ¿qué tanto les cuesta a ciertos actores (sirios y troyanos) de nuestra sociedad desarmar los ánimos y trabajar, sino unidos, por lo menos en tolerante avenencia por el bien de todos los pasajeros de esta nave llamada archipiélago? Esta última es una actitud lacerante que lejos de aplanar la ‘otra’ ‘curva –la de la desobediencia civil– más bien la estimula por efecto del mal ejemplo, soez y pendenciero.