Alcancé la parte más alta de Medellín

Por Gabriel J. Pareja

Desde la Terminal de Transportes Norte tomé el bus que nos condujo hasta el corregimiento de San Félix, acá cerca, en el municipio de Bello a tan solo 45 minutos. Recorrido perfecto para disfrutar de la vista de Medellín.

Rápidamente se alcanza una altitud de 2.300 metros sobre el nivel del mar, en una región fría y montañosa, zona con mucho potencial eco turístico, paisajes y caminos que permiten considerarlo como un destino verde.

El objetivo era alcanzar la cima del páramo de Las Baldías, ubicado en la cordillera central y con una altura en su punto máximo de 3.150 metros sobre el nivel del mar, la montaña más alta del Valle de Aburrá, lugar donde nacen dos afluentes muy importantes para el municipio de Bello y que también surte de agua a la quebrada La Iguaná del municipio de Medellín. Una muestra de los páramos colombianos, sí, acá cerca de nosotros.

Diversidad de fauna y flora durante todo el recorrido y al llegar a la parte más alta, los frailejones, la palma de helecho y algunas orquídeas, gran variedad de aves y hasta un venado según los policías que permanecen en la base que protegen la cima.

El recorrido comienza por una carretera veredal en buen estado. Paisajes conformados por potreros para el ganado lechero, pastos fértiles que afirman este destino verde. Antes de comenzar el ascenso aparecen los bosques, las heliconias, el musgo, el agua que recorre el valle cercano al corregimiento.

Mirar hacia atrás permite contemplar el norte del Valle de Aburrá y algunos parapentes que surcan los cielos en esta parte de la cordillera. Una dato histórico, esta fue la ruta usada en 1541 por los conquistadores que venían de la Santa Fe de Antioquia a la actual ciudad de Medellín.

Después de unas cuantas horas de ascenso, llegamos a la cima. Varias estructuras metálicas sostienen los equipos de radio y telefonía celular que nos sirven de comunicación. La baja temperatura predomina, la neblina en ocasiones no permite ver la dimensión de esta montaña, el viento arrecia y los árboles se mecen de un lado a otro.

Cuando se despeja, se puede alcanzar a ver Niquía con sus construcciones, parte del centro de Medellín, San Cristóbal y un tramo de la nueva vía que va al occidente cercano.

En uno de los extremos del cerro, se encuentra un puesto de vigilancia, la policía nacional permanece allí con sus hombres y sus mascotas entre las cuales se destaca un chivito que salta igual y juega como si fuese unos de los perros que allí permanecen.

Cerca, y bordeando la pequeña cancha de fútbol encontramos todo un jardín de frailejones, plantas de tronco grueso y con hojas muy velludas. Su gran función en los páramos es la de absorber el agua de las neblinas y conservarla. Solo se encuentran en nuestras alturas andinas y con la característica que solo crecen un centímetro cada año (!!!).

Regreso al punto de partida en San Félix, esta vez por toda la carretera por donde suben las motos al puesto de vigilancia. Al mediodía ya se aprecia el Llano de Ovejas y todos estos paisajes verdes de nuestro departamento. Atrás los “tambores” y los armarios de las antenas.

Gratificante caminata.

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