10 de enero de 2023
Después de unos días de vacaciones, retomamos la información con altas expectativas sobre el comportamiento del sector turístico en el año que comienza.
Para empezar, se percibe un sentimiento de desmotivación entre los viajeros por los anuncios de incrementos altos en los servicios turísticos. Y no solo por la inflación, que en Colombia cerró el 2022 con la cifra más alta de los últimos 23 años, sino por el desmonte de los beneficios tributarios que el turismo había recibido con motivo de la pandemia.
Vale la pena recordar que en 2020, cuando el covid-19 golpeó la economía y con particular énfasis a las empresas turísticas, el Gobierno del momento decidió aprobrar algunos alivios para este sector. De ellos, dos que resultaron muy significativos estuvieron vigentes hasta el 31 de diciembre: la reducción del IVA a los tiquetes aéreos del 19% al 5%, y la eliminación temporal del IVA para hoteles y servicios turíticos, que pasaron del 19% al 0%.
Tanto en el Congreso Nacional de Agencias de Viajes como en el de los hoteleros, se le pidió una ampliación de la medida al Gobierno del nuevo Presidente, que asumió en agosto. Sin embargo, en reiteradas oportunidades los voceros del Gobierno explicaron que la política general de la actual administración es eliminar las tarifas diferenciales o excepciones que han existido para algunos sectores. Los líderes gremiales solicitaron una reducción gradual con el objetivo de amortiguar el impacto, pero tampoco fue aceptada. Así que los tiquetes aéreos y los servicios turísticos del 31 de diciembre al 1 de enero se encarecieron un 14% y un 19% respectivamente.
Adicionalmente, el precio del dólar en el país ha golpeado muy duro a las aerolíneas, los cruceros y a las agencias que ofrecen viajes al exterior. En el caso de los tiquetes aéreos, por ejemplo, el costo del combustible puede representar aproximadamente el 30% del valor total de la operación, y los ítems que se calculan en dólares suman hasta el 70% de la estructura de costos, Con un dólar alrededor de los 5 mil pesos, las tarifas necesariamente se han disparado. Es de esperar que las aerolíneas intentarán reducir al máximo sus costos operacionales y entrarán a competir de una manera mucho más agresiva de lo que ya es, pero no lograrán alcanzar los crecimientos de mercado que se habían proyectado hace años. De hecho, Viva y Ultra Air ya desaceleraron la llegada de nuevos aviones que tenían prevista para dar cumplimiento a sus planes de expansión.
Un impacto similar, o tal vez más fuerte, se ha sentido en el mundo de los cruceros. Y el turismo emisivo, especialmente los viajes de media y largas distancias, no ha logrado recuperar su ritmo de creciminento. Y posiblemente no lo hará en el corto plazo. De lo que pase con la tasa de cambio este año dependerán, en buena medida, los resultados de estos subsectores.
Por otro lado, el 2023 tendrá que ser el año en el que el Gobierno Nacional aterrice los anuncios hechos hace 4 meses sobre las metas para el sector, el desarrollo de nuevos productos y el impulso a los territorios con los cuales, dice, el país tiene una deuda histórica en materia de inversión.
En sus primeras intervenciones sobre el tema, después de asumir el cargo, el propio Presidente de la República habló del propósito de llegar a 12 millones de visitantes al año residentes en el exterior, lo cual fue interpretado por muchos como una meta exageradamente ambiciosa, pues el país solo ha alcanzado alrededor de 4.5 millones anuales.
Adicionalmente, el Presidente habló de hacer pequeños aeropuertos en regiones que han tenido dificultades de conectividad para impulsar su turismo, y carreteras para que los viajeros puedan llegar por tierra. De esas ideas, como la de una pista para recibir pequeñas aeronaves en la zona de Juanchaco y Ladrilleros, poco se ha vuelto a decir. El Viceministro de Turismo, que es un hombre que conoce el sector y conoce al Presidente, tiene el inmenso reto de convertir en realidad todas esas iniciativas.
Finalmente, este año puede ser el de la máxima ocupación en los destinos nacionales. Si en el 2022 todos los lugares turísticos se mantuvieron llenos en los puentes y temporadas turísticas, en 2023 la afluencia de viajeros crecerá. Alguien dirá que por el encarecimiento de los servicios, que expusimos arriba, la demanda podría afrontar una tendecia a la baja. Sin embargo, hay factores que nos hacen pensar que no será así. Por una parte, el precio del dólar mantendrá una presión negativa hacia los viajes al exterior y por otro lado, la entrada en operación de algunas de las vías 4G estimulará los recorridos por carretera y la oferta de destinos alternativos que tradicionalmente no recibían muchos visitantes.
Sobre este pronóstico, el del crecimiento del turismo doméstico, no hay estudios o evidencias tangibles, solo intuición, sustentada en que, aunque la economía viene golpeada desde el 2020 por efectos del covid-19, el turismo evidencia crecimientos muy por encima del promedio de otros sectores. ¿Por qué? Difícil de explicar desde las teorías de los economistas en los libros. Simplemente podríamos decir que la gente quiere viajar y lo va a hacer. De eso no hay dudas.