13 de abril de 2020
Por Javier Gómez, Presidente de la Corporación Turismo, Paz y Desarrollo
Cada día aterrizamos más en la realidad de la afectación al sector por cuenta de la pandemia con mucho optimismo, pero con los pies en la tierra, debemos prepararnos para minimizar los impactos negativos y reinventar las actividades turísticas adecuándolas a las circunstancias actuales.
Mucho se ha hablado de los hoteles y las agencias, pero el turismo es mucho más; guias, informadores, prestadores de actividades (turismo de aventura, observación de avifauna, senderismo, experiencias de turismo cultural), vigías del patrimonio, granjas turísticas, ofertas de turismo rural y comunitario, entre otros; que, adecuadamente articulados, conforman las experiencia turísticas, que en últimas es lo que motiva al turistas a visitar un destino. Estas experiencias llevaron al crecimiento del sector en los últimos años: Caño Cristales, Ciudad Perdida, rafting, espeleología, senderismo, rafting, observación de avifauna, para nombrar algunos.
En general, son emprendimientos y pequeñas empresas familiares ubicadas en municipios y regiones rurales del país, conformando desarrollos locales a partir de sus propias habilidades y experiencias de vida alrededor de oficios, artes, saberes y tradiciones culturales.
En una nueva perspectiva del turismo esos actores se convierten en transversales pues son los que le dan vida a la experiencia, dinamizando la cadena del turismo convirtiéndolo en el poder transformador de sus localidades, municipios y departamentos y por eso todos coincidimos que al comienzo el turismo local o turismo interno será el punto de partida.
Por eso se hace necesario fortalecer las estructuras de gobernanza en las regiones, como los consejos municipales de turismo y otros, articulando la cadena productiva para asumir con responsabilidad el reto de la transformación del turismo en Colombia.