Por: C.S. – Periodista Juan Carlos de la Cruz Pérez Pérez.
Ecuador, país hermano colombiano brilla por lo verde y belleza de sus paisajes. Quizás lo rural está por encima de lo citadino. País lleno de tradición y religiosidad sobresale por sus mapas y geografía lleno de volcanes y nevados que sirven de referencia a cada uno de sus pequeños pueblos, haciendas y ciudades. Cruzar la frontera con Colombia es mantener la identidad y orígenes donde el río Amazonas se comparte, reclamando los ecuatorianos su descubrimiento.
Ecuador, tapete verde, tonos y figuras se disfrazan y disfrutan en su recorrido de Norte a Sur buscando en cada rincón la cordillera de los Andes como su gran faro y referencia. Ecuador, país disfrazado actualmente por un socialismo moderno, pero en su esencia la misma de un Bolívar y libertades de independencia. Ecuador, país hermano por el cariño y aprecio a los colombianos y valorando su presencia y turismo a lo largo del año. Los mismos colores de la bandera nos dan ese sentido de unidad y forma de vivir, llegando ellos a conservar sus orígenes indígenas sin la vergüenza de lo que para nosotros nos significan. El indígena ecuatoriano es todavía orgullo y motivo de fotografías para propios y extraños.
La Basílica de las Lajas en Ipiales despiden a Colombia en el sur para darle vida al norte ecuatoriano lleno de historia y tradición. Tulcán, su primera ciudad es motivo de visita por su Cementerio lleno de pinos y figuras vegetales que motivan el deseo de ser enterrados allí. Su campo santo dividido por zonas y clases sociales es testigo de un Cementerio Museo digno de ser admirado y contemplado.
Ibarra y Otavalo son los signos de la tradición y la época colonial. Allí los indígenas y el comercio son los protagonistas de una bella historia de la colonia relatada al estilo ecuatoriano. Sus Iglesias, Basílicas y Catedral son dignos ejemplos del arte quiteño tan reconocido en el mundo arquitectónico y en las referencias religiosas. San Francisco de Asís se convierte en el Santo predilecto de todas las Iglesias y los beatos y pocos santos ecuatorianos nos muestran la fe de un pueblo donde los indígenas llevan las ofrendas a sus altares como acción de gracias a las bondades de sus tierras. Quizás por ello San Pacho, el patrono de la naturaleza, es el santo convertido en hombre llamado a venerar.
Quito, su capital es recorrida por 50 Kilómetros de Norte a Sur y apenas 5 de Oriente a Occidente. Templos e Iglesias, ninguna diferencia. Plazas y Parques todas con sus placas por donde paso Bolivar. Cerros y Volcanes que lo surcan hasta la mitad del mundo. Su Cerro del Panecillo es el referente de una ciudad que venera su Virgen María como más. El Metro apenas se construye, pero se preserva lo autóctono del casco histórico. Es ciudad blanca, es ciudad de Dios, es ciudad de indígenas que no renuncian a salir de la gran ciudad. El arte religioso está en cada arquitectura católica y se conserva el gótico y construcción de sus calles y carreras. Qué lindo es el Quito de ayer, el de hoy, el moderno, el mismo de todas las grandes capitales del mundo.
Ambato y Cuenca merecen un reconocimiento a su tradición y cultura popular en Navidad. Los muñecos de gran tamaño y su concurso del 31 ameritan toda admiración y disfrute. La pólvora, sin ser mi amiga, es la referencia de un nuevo año con grandes aplausos de todas las clases sociales. Cuenca, Patrimonio histórico, es sitio obligado para un turista que encuentra en esta ciudad el ayer y el hoy de la historia amarilla, azul y roja. El tranvía en construcción va a apareciendo como un elefante blanco propio también de los gobiernos comunistas.
De Cuenca a Guayaquil los nevados y volcanes se dejan disfrutar a través de la niebla en el misterio de la lluvia. Es otro clima, el frío de los Andes, el frío de las llamas y el cuy. Las lanas, las ruanas, los cueros y el oro son referentes para pequeños pueblos que se niegan a recibir la modernidad. Qué lindo es el Sur de Ecuador cuando ya se siente el sabor del Perú y sus alrededores.
Guayaquil, la ciudad caliente, la del río y su folclor comercial. La ciudad de la Industria y de la conexión al mundo. Conserva sus tradiciones y el Parque de las Iguanas se mantiene allí al lado de su Catedral como referente para iniciar el paseo en bus turístico. Como ciudad, sus edificios y arquitectura clásica e histórica se mantienen en combinación con lo moderno y el desarrollo. Ciudad de hoteles y turismo medianamente organizado acoge el turista que busca el calor y el disfrute de un río que se deja navegar y recorrer.
La Mitad del Mundo, lindo lugar para hacer la referencia de nuestro meridiano y geo referenciación. Sitio de historia, naturaleza viva, costumbres y leyendas. Muy cerca de Quito al Norte de la ciudad, es un buen punto para vivir lo que es el Ecuador en plenitud.
El Ecuador del Océano Pacifico con sus playas y temblores es también parte del recorrido por esa ruralidad donde el arroz se ofrece en sus carreteras como un gran presente para las familias de traído de Ecuador. Las tallas en madera, los artículos de cuero y en lana, las joyas en oro y plata, sus dulces y el aguardiente Norteño hacen parte de la maleta de regreso. Un recorrido por carreteras amplias y en vía de construcción. Un país que llama a nuevas oportunidades en el Gobierno Central y donde el común de la gente se mueve entre su trabajo y la Iglesia para la acción de gracias. Lindo Ecuador, mejor si tuviera más vocación turística y su gastronomía con mejor presentación y sabor. Es lo propio.
Ecuador, país hermano donde los técnicos de futbol colombiano como Bolillo Gómez y Reinaldo Rueda son recordados como héroes. Gracias por descubrir el Amazonas. Les respetamos su autoría. Gracias por Julio Jaramillo y Olimpo Cárdenas. Gracias por Juan Fernando Velazco y sus girasoles amarillos. Gracias por el Chimborazo, esquivo a la vista, pero grande en referencia y geografía. Gracias por el Volcán Cotopaxi. Gracias por el Volcán Pichincha, gran balcón, abajito del cielo. Gracias por su conservación arquitectónica y de religiosidad popular. En fin, mis respetos y admiración a un pueblo vecino y cercano donde siempre habrá un rincón para descansar entre agua, fuego, aire y tierra.